Introducción
a la filosofía
Por qué nos
hacemos preguntas.
Hay
preguntas de gran importancia para el ser humano: aquellas que tienen que ver
con el sentido de la vida, con el alma, con Dios, con la muerte ...
Generalmente, cada uno de nosotros se forma algunas ideas al respecto, además de reconocer doctrinas ya existentes que
asumen una posición definida.
En
cuanto a la valoración de la vida, hay
quienes la consideran carente de sentido, mientras que otros la afirman incondicionalmente,
pese a todas las vicisitudes por las que atraviesen los individuos. Para
algunos filósofos, este tipo de consideraciones excluyentes entre sí, no son
necesariamente irreconciliables ni contradictorias.
Ante
la incertidumbre de este mar de opiniones, es natural preguntarnos ¿qué postura
asumir, quién tiene la razón y por qué?; ¿Es posible resolver estos interrogantes?
¿Cómo debemos enfrentarnos a ellos? La filosofía no pretende dar respuestas
acabadas, pero tampoco permanecer en una constante divagación. Lo fundamental
es que cada pregunta surja de un deseo de saber y que permita esclarecer los
problemas esenciales a la vida y
al hombre. Así la vida adquiere
un sentido desde las preguntas que nos formulamos.
¿Por qué se hace
filosofía?
Hemos
hablado sobre cómo en ocasiones nos vemos convocados a abordar y a responder
preguntas esenciales. La filosofía se origina cuando estas preguntas
fundamentales se tornan ineludibles, esto es, cuando en lugar de esquivarlas
perdiéndonos en las ocupaciones cotidianas, nos cuestionan en toda la magnitud
de sus problemas.
Estas
preguntas nos dirigen su llamado. En cierto modo, somos llamados por ellas y
requeridos por la tarea de pensamiento que exigen. Pero la filosofía no se
agota en el llamado que viene hacia nosotros desde ese fondo de interrogantes
propios del individuo. La filosofía es posible allí donde correspondemos
expresamente a la vocación de este llamado. De este modo, la filosofía supone
siempre una disposición, un temple de ánimo peculiar en virtud del cual
prestamos oídos y acogemos lo que nos reclama. Llega a filosofar quien se
dispone y recibe las preguntas fundamentales como su más íntima pertenencia, y
quien se confía desinteresadamente a la tarea de su resolución.
Esta
disposición o temple de ánimo fundamental no es, sin embargo, el mismo en todos
los filósofos. Los primeros hombres que filosofaron, llamados presocráticos, es
decir, filósofos anteriores a Sócrates, lo hicieron movidos por la perplejidad
y el asombro ante las cosas. Por su parte, Aristóteles, pone en la base de la
filosofía la acción de un deseo de saber por el cual es propio del hombre huir
de la ignorancia. Para Descartes, el ánimo que mueve al pensar es la duda ante
lo que ordinariamente suponemos verdadero. En el mismo sentido que Aristóteles,
Fichte, filósofo alemán, estima que el interés por la verdad es un impulso
originario de nuestra razón.
En
tiempos recientes, la angustia ha sido el ánimo dominante de ciertas corrientes
filosóficas, principalmente del existencialismo. Esta, sin embargo, no debe
confundirse con el temor ni con la desesperación, pues se la comprende,
incluso, como una especie de serenidad por su carácter reflexivo y duradero. Se
ve con claridad que, pese a que la disposición puede cambiar tanto en el caso
de las distintas filosofías como de sus períodos históricos, toda filosofía
presupone un ánimo determinado que funda y orienta sus preguntas conductoras.
Muchas
personas sostienen que la filosofía es una disciplina solo para expertos, otros
insisten en que es una pérdida de tiempo y que hay que aceptar las cosas tal y
como son, e incluso hay personas que afirman que la filosofía es un pasatiempo
de personas que han enloquecido.
Una vez en una lejana ciudad, un rey poderoso y sabio, gobernaba a sus
súbditos. Y era temido por su poder, y amado por su sabiduría.
Ahora bien, en el centro de aquella ciudad, había un pozo de aguas
frescas y cristalinas, del que bebían todos los habitantes, incluso el rey y
sus cortesanos, pues no había otro pozo.
Una noche, en tanto
todo el mundo dormía, una hechicera se deslizó en la ciudad y vertió en el pozo
siete gotas de un líquido extraño y dijo: “de
hoy en adelante, quien beba de este pozo se volverá loco”.
A la mañana siguiente,
todos los habitantes, menos el rey y su gran chambelán, bebieron del agua del
pozo y se volvieron locos, tal como la hechicera lo predijo.
Y durante todo aquel
día, los habitantes de la ciudad, tanto en las calles estrechas como en los
mercados, no hacían sino murmurar y susurrar unos a otros: “El rey está loco, el rey y su chambelán perdieron la razón. Es natural
no aceptar ser gobernados por un rey loco. !!!Debemos destronarlo¡¡¡”.
Por la noche, el rey
pidió que le llenaran una gran taza de oro con agua de aquel pozo. Cuando se la
trajeron, él y su chambelán bebieron copiosamente.
Al siguiente día, hubo
en la ciudad un gran regocijo, porque el rey y su chambelán habían vuelto a
recuperar la razón.
Hacer
filosofía es ver el mundo como si fuera la primera vez que lo vemos.
Todos somos en cierto modo,
filósofos, ya que contamos con una poderosa fuerza que es el asombro.
Asombrarse significa dejar de ver sólo hasta los límites de nuestras
necesidades y utilidades prácticas y
levantar la mirada más allá de lo que todos
los días se nos presenta como “normal o conocido”. La costumbre de ver y hacer
las cosas todos los días, no nos permite ver lo maravilloso que es esto.
La
filosofía al rescate del ser humano: Antropología
En
nuestra cultura, la búsqueda de la buena vida, es decir, una vida rica en
oportunidades para el desarrollo humano, se ha convertido en un ideal casi
universal, pero su origen no es precisamente reciente. Durante casi toda la
historia, las aspiraciones humanas no han ido más allá de la necesidad de
conseguir alimentos, ropa y un techo, una situación en la que el concepto de
«necesidad más elevada» era sencillamente inconcebible.
Hoy,
gracias a las ventajas ofrecidas por la ciencia, la industria y la tecnología,
los obstáculos materiales que antaño impedían la realización humana han sido
superados y un número importante de personas empieza a tomar consciencia de una
paradoja, una correlación inversa entre la prosperidad material y la
satisfacción espiritual: el bienestar económico en sí mismo no supone una
garantía de la satisfacción más plena buscada instintivamente. Puede que a
corto plazo, una vida repleta de restaurantes de moda y ropa de diseño divierta
y estimule, pero al final provoca una insatisfacción profunda y el ansia de
algo más espiritual.
La
modernidad se enfrenta a un desafío turbador y sin precedentes, que de algún
modo consiste en seguir siendo una cultura de la abundancia y al mismo tiempo
ocuparse de las necesidades de la vida interior. Sólo será posible alcanzar una
vida que merezca ser vivida enfrentándose a este desafío incongruente de un
modo exitoso, y qué mejor modo que viendo la vida de una manera filosófica.
Un
posible remedio para resolver esta situación reside en recurrir a una tradición
sumamente distinta, una que no dependa de la fe sino que intente alcanzar una comprensión
espiritual recorriendo otra ruta: la de la investigación racional. Dicho
enfoque constituye el núcleo del legado del antiguo helenismo, el don que
hombres como Sócrates, Platón, Aristóteles, Epicuro y otros otorgaron a la
civilización occidental. A diferencia de la perspectiva centrada en el dios de
los hebreos, los antiguos griegos convirtieron a la humanidad en el centro de
su iniciativa cultural. Sófocles tipificó las actitudes griegas en ese sentido,
al describir al hombre como la más «maravillosa» de las criaturas. Más que
ninguna otra, la característica que distingue a la humanidad, la esencia que
otorgó a nuestra especie su potencial único, era la capacidad racional del
hombre que permitió que la humanidad viviera en armonía con el hecho de su
existencia y que aseguró nuestra capacidad de alcanzar un código vital
independiente del mandato divino. La razón puede proporcionar sus propios
criterios espirituales que son únicos, incluso en ausencia de la mitra y el cáliz.
Gnoseología:
el saber
“Recógete, pues, en ti mismo tanto como puedas; busca
a aquellos que puedan hacerte mejor, y recibe también a aquellos a quienes
puedas mejorar. Esto es recíproco: los hombres aprenden más cuando enseñan. Sin
embargo no te has de exhibir por todas partes para hacer gala de tu ingenio y
dar lecciones públicas. Te lo permitiría si tus sentimientos estuvieran acordes
con los del pueblo (…) ¿Para quién he aprendido esto? No temas haber perdido el
trabajo; lo has aprendido para ti” Séneca
Todos los días nos enfrentamos con el problema de
saber si algo es cierto o no lo es. Solemos admitir que sabemos y conocemos
sobre muchas cosas, pero no estamos seguros de que algo sea por entero
verdadero. En una charla, conversación o discusión común, estamos acostumbrados
a decir “creo que…” o “desde mi punto de vista…”. Pero
independientemente de la opinión, la concepción personal la inseguridad o la
creencia individual ¿hay algo por entero cierto o por entero falso?
La mayoría de las personas piensan que el
conocimiento es subjetivo, es decir que depende de situaciones, concepciones,
percepciones y demás elementos que impiden la existencia de una verdad o
falsedad absoluta. Según esta forma de ver, una cosa sólo es verdad para quien la
cree o la considera como tal pero para otra persona puede resultar siendo
falsa. Existe entonces una muy difundida creencia de que no hay posibilidad de
un conocimiento objetivo.
Sin embargo, ¿cómo justificar esta creencia? ¿Cómo sabemos que la verdad
solo depende del cristal con el que se mire? ¿No es también, subjetiva esta
opinión?
El subjetivista cree que el subjetivismo es cierto,
pero no cree que sea solo un punto de vista, sino que cree que es objetivamente
cierto. Hay aquí evidentemente una contradicción. Si para defender el
subjetivismo hay que aceptar que existe un conocimiento objetivo, el
subjetivismo es falso. Algo no es verdadero solo porque yo crea que es verdadero.
La verdad no depende de las creencias.
Pero, si no depende de ellas, ¿de qué depende? ¿Cómo sabemos que estamos
frente a un conocimiento objetivo? Esta es, por supuesto una pregunta que
merece un tratamiento filosófico.
Hace mucho tiempo andaba la Verdad por las calles,
en los pueblos, tratando de hablar con la gente, pero la gente no la quería, la
despreciaban solamente por las ropas que llevaba. La Verdad andaba con harapos,
sin lujos, sin pretensiones, tan simple, pura y sencilla como la Verdad. La Verdad siempre trataba de acercarse a la
gente, de entrar en sus hogares, pero siempre fue despreciada y humillada, pues
nadie la quería por sus vestiduras harapientas.
Un día la Verdad andaba caminando y llorando, muy
triste por todo esto, hasta que de repente se encuentra a alguien muy alegre,
divertido, vestido con colores muy llamativos y elegantes y toda la gente la
saludaba !!!.....Era la Parábola !!! ...Y la Parábola ve a la Verdad y le
dice:
"Verdad, ¿por qué lloras?"
La Verdad le responde: "La gente me desprecia y
me humilla! Nadie me quiere ni me aceptan en sus casas!"
La Parábola le dice: "Claro, Verdad... Te
entiendo; lo que pasa es que tienes que vestirte como yo, con colores y bien
elegante....y verás el cambio".
Parábola le prestó uno de sus vestidos a Verdad y
desde ese día, como un milagro, de repente, la Verdad que aceptada por la gente
y era querida por todos...
Moraleja:
Nadie acepta la Verdad desnuda. Todos la prefieren
disfrazada con ropas de Parábola.
Creencias
sobre las creencias.
Los filósofos están profundamente interesados en los
sistemas de creencias. Muchos de ellos, desde Platón hasta William James, se
han fijado en la función que cumplen los sistemas de creencias –para bien o
para mal– en nuestra vida cotidiana. Hobbes observó que el mundo humano está
gobernado por la opinión. Las opiniones no son más que creencias prematuras
sobre los asuntos que reclaman poderosamente nuestra atención inmediata. El
examen filosófico de un sistema de creencias nos lleva a tratar de comprender
no solo lo que las personas creen, sino también cómo han llegado a creer en lo
que creen, qué razones tienen para creer en lo que creen, cómo afectan sus
creencias a su modo de vida y hasta qué punto dichas creencias constituyen la
fuente de su bienestar, trastorno o malestar.
Hay algo asombroso acerca de las creencias humanas y
es que, con independencia de lo que llegues a creer acerca de algo, siempre
cabe encontrar a alguien que crea lo contrario, o algo incompatible. Esto puede
conducir a actos humanos que también resultan contradictorios o incompatibles.
Las personas deben ser libres de creer y rendir
culto a sus ideas, costumbres y modos de vida a su manera, pero debe quedar
claro que dicha libertad jamás debería llevar al derecho de hacer daño al prójimo
por el solo hecho de vivir o querer hacerlo de otra manera. Se deben conocer
muchas maneras de defender o atacar, reforzar o socavar cualquier creencia o
sistema de creencias sin necesidad de llegar a los actos de hecho. Hay
filósofos capaces de abogar por cualquier punto de vista, por más sagaz o
absurdo que sea, sin embargo si las ideas y/o creencias que se manejan, hacen
sentir malestar, y si además se carece de orientación filosófica para
enfrentarse a dicho malestar de manera constructiva, es harto probable que
exista una propensión a sufrir innecesariamente y puede ser que este malestar
se extienda a los demás de forma destructiva y virulenta como si se tratase de
una plaga mental.
Cómo se abrió el sendero
En el Jornalinho, de Portugal, se encuentra una
historia que nos enseña mucho respecto a aquello que escogemos sin pensar o
validar lo que otros creen o hacen:
Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas. Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, líder de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese
sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían,
se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no
hacían nada para crear una nueva alternativa.
Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en
un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas,
obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida
en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la
calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una
ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.
Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.
Muchas veces actuamos siguiendo ciegamente y sin reflexión
aquello que otras personas, trátese de autoridades, líderes o gente del común,
han realizado como producto de sus propias percepciones y/o intereses. Damos
por sentado que el saber establecido es una autoridad sobre nosotros y no
reparamos en actuar, pensar, ser y sentir en función de nuestras propias
convicciones, intereses y aspiraciones.
El autodominio.
“Resístete a
cualquier fuerza externa que pueda delimitar tus ideas y tus actos; no te dejes
engañar creyendo sólo lo que consideras útil y
conveniente; una libertad completa
requiere una lucha interior, una batalla para dominar las fuerzas psicológicas y
espirituales negativas que impiden una existencia sana; el autodominio exige
una sinceridad implacable”.
Uno de los vínculos más concretos entre la época
antigua y la moderna es la idea de que la libertad personal es un estado
sumamente deseable y una de las grandes bendiciones de la vida. Hoy en día, se
tiende a asociar la libertad sobre todo con la libertad ética. Por tanto, la
libertad a menudo es percibida como una recompensa de la lucha interna, y
medida en cuanto a la capacidad de ejercer «derechos» individuales.
El autodominio no es un don divino recibido al nacer
sino una lucha cotidiana, una guerra interior, un combate entre elementos
racionales e irracionales, que es mucho más difícil e intimidatorio que
cualquier lucha contra adversarios externos. Ganar dicha guerra requiere una
sinceridad implacable y la capacidad de evaluar de un modo crítico las
opciones, los valores y el estilo de vida que elegimos; exige que dejemos de
culpar a los demás de nuestros defectos o de perder el tiempo ideando excusas.
En el proceso que supone reconstruirse, quienes se
dominan a sí mismos proceden sin piedad ni indulgencia: evalúan sus defectos
con sinceridad, sobre todo los malos hábitos que minan su bienestar. Y lo más
importante: el autodominio requiere saber quiénes somos y una imagen de uno
mismo precisa e inequívoca que alimente, informe y actualice cuanto hacemos. El
autodominio requiere una orientación interior y una autodeterminación conforme
a las normas y los principios que se alcanzan a través del crisol que supone el
auto examen crítico.
Las personas que se dominan a sí mismas son seguras
sin ser autosuficientes, confiadas sin ser vanidosas u orgullosas. Resumiendo,
el individuo que se domina a sí mismo representa la personalidad integrada, una
persona que funciona al más alto nivel y a la que se considera «libre», porque
la libertad más elevada supone un autoconocimiento que rechace las apariencias
y los falsos sentidos de saber.
Las
clases de saber
Constituye una gran y difícil empresa tratar de
reconocer qué es el saber y hasta qué punto se puede llegar a conocer todo cuanto
existe en el contexto en el que nos desenvolvemos, sin embargo baste decir que
existen algunas formas de saber claramente reconocidas cada una de las cuales
posee una importancia gradual de acuerdo al cómo, cuándo, para qué y por qué
hacemos uso de cada una de ellas:
El
saber para la vida:
En el marco de la gnoseología, todo lo que el ser
humano ha aprendido, surge como resultado de una necesidad para comprender el
mundo, saber utilizar los elementos que en él se encuentran y de una u otra
manera, cubrir nuestra necesidad de curiosidad. El saber tiene que ver con las
actitudes propias de hombre, con su pensar y obrar; no es un tipo de
conocimiento dirigido a producir una obra en particular o a conseguir un fin.
La vida implica tener un buen juicio, una justa medida para todas las cosas y
un obrar oportunamente. Esto es algo que todas las personas buscan, y con lo
cual casi siempre están insatisfechas, ya que la naturaleza humana parece ser
impredecible y difícil de comprender.
El
saber productivo:
Referido a aquel tipo de conocimientos dirigidos a
la producción de una obra específica. Este tiene su origen en la experiencia e
implica un mayor grado de complejidad en tanto que la observación y elaboración
de un producto implica avanzar más allá de lo que simplemente hacemos. En el
ámbito productivo hay quienes conocen su oficio por experiencia y hay otros que
estudian los principios generales que llevan a la producción. Este tipo de
saber con conocimiento de causa se le llama técnico,
palabra que en nuestros días ha adquirido una connotación importante en tanto
que la productividad constituye el eje central sobre el que giran las
relaciones sociales cotidianas.
Si observamos lo que hacemos a lo largo del día
podemos dar cuenta de lo que hemos aprendido desde que éramos pequeños, como
aquellas cosas que quedaron registradas desde entonces y que ahora parecen
“normales”. Aún ahora aprendemos cosas nuevas que pronto las convertiremos en
un hábito automático. Pero no solo se trata de saberes que podemos poner en
práctica, sino de conocimientos que tenemos sobre muchos temas que no implican acción
alguna.
El
saber teórico:
La palabra theorein
en la tradición de la Grecia antigua, también era entendida como levantarse del
suelo y contemplar desde lo alto. Ver desde arriba permite tener una visión
completa de las cosas y de las relaciones entre sí, tal como sucede al
contemplar los elementos de un paisaje desde la cima de una montaña. Hacer
teoría es elevarse desde lo diverso de la experiencia particular hasta lograr
una unidad abstracta.
El
saber filosófico:
El término saber desde el punto de vista filosófico
está relacionado con el término sabor (la acción de probar las cosas y
descubrir a qué saben) en sentido más amplio, el saber es un contacto con la
realidad con el único fin de distinguirla y entenderla: hacer consciente lo que
se sabe, sistematizar lo sabido, poder dar razón de ello ante los demás, ser
capaz de preguntarse por lo que uno sabe con actitud crítica. El ser humano
dispone de dos fuentes de saber: va más allá de los sentidos y muestra la
esencia (la verdad de las cosas desde el entendimiento) razón; además
proporciona la experiencia básica de las cosas (muestra la realidad a través de
los sentidos) sensibilidad. De allí el significado del término filosofía: “Amor a la sabiduría”
Aprender
a pensar y a actuar: Lógica
Concepto general y clasificación.
La denominación de la lógica está directamente
relacionada con la palabra griega logos, cuyo significado en griego antiguo es
equivalente a “pensamiento” ó “razón”, pero también “palabra” ó “conocimiento”.
En definitiva, se trata del estudio de la forma en que funciona la facultad
humana de pensar y razonar. Puede también definirse como el conjunto de
conocimientos que tienen por objeto la enunciación de las leyes que rigen los
procesos del pensamiento humano así como de los métodos que han de aplicarse al
razonamiento y la reflexión para lograr un sistema de raciocinio que conduzca a
resultados que puedan considerarse como certeros ó verdaderos.
Debe distinguirse entre la lógica formal y la
lógica material.
·
La lógica formal también llamada lógica pura que es la lógica
propiamente dicha es precisamente la “ciencia” (en cuanto a conocimiento) que
determina cuáles son las formas correctas y válidas de los raciocinios; pero lo
hace considerándolos en sí mismos y con prescindencia de los contenidos
concretos de los razonamientos, es decir, considerando esos contenidos como
entes lógicos abstractos, de tal manera que las leyes a aplicar tengan validez
para cualquier contenido concreto. Por ejemplo: Todo postulado que parta del
Teorema de Pitágoras tiene que tener como base lógica y comprobada que: A2 + B2
= C2. Esto quiere decir, que el raciocinio parte de ciertos conocimientos
establecidos (llamados premisas), que conduce a adquirir un conocimiento nuevo
(contenido en la conclusión) sin que para ello haya que recurrir a nuevas
constataciones u observaciones sensibles distintas ó adicionales a las ya
contenidas en las premisas. Por lo tanto, la verdad a que conduce la lógica
formal, es una verdad formal, que será verdad en tanto sea verdad el contenido
de las premisas e indicará solamente que existe una congruencia de ese
raciocinio, consigo mismo. Si en un razonamiento existe falsedad en las
premisas, la conclusión es falsa y, viceversa. Pero en cualquiera de los casos,
será correcto ó válido como razonamiento.
·
La lógica material también llamada lógica aplicada es aquella en que
un proceso de raciocinio o de pensamiento se analiza en consideración al
contenido real de sus premisas, y por lo tanto, debe conducir a una verdad
material, ó sea, una conclusión que sea concordante con la realidad. Por
ejemplo: La fórmula H20 es la concreción de un resultado real que
todos palpamos y conocemos: el agua, ya que con dos moléculas de hidrógeno y
una de oxigeno obtenemos el origen del preciado líquido.
Sin embargo, hay hechos reales que se manejan con
normas y pensamientos pre-establecidos por el hombre en sus leyes sociales y
civiles como el Derecho donde los escenarios no son todo el tiempo iguales,
pues varían de acuerdo a las circunstancias y los acontecimientos acaecidos. De
tal manera, las leyes de la lógica formal solamente resultarán aplicables con
alcance estricto en el campo de las ciencias puramente exactas y abstractas,
tales como las matemáticas, la propia lógica, la mecánica, etc. Así pues,
aquellas disciplinas exclusivamente normativas y abstractas tales como el
derecho, la sociología, la psicología, la economía, la administración
corresponderán a la lógica no formal, pero que podrán tener efectos y
consecuencias materiales relevantes para cualquier sociedad actual, con
variables que estarán compuestas de premisas formales ó no formales del
pensamiento universal del hombre desde el principio de los tiempos.
El florero de porcelana
El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un
monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió, y fue preciso sustituirlo. El
Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra
de trabajar directamente a su lado.- Voy
a presentarles un problema -dijo el Gran Maestro- y aquél que lo resuelva
primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala.
Encima estaba un florero de porcelana carísimo, con una rosa roja que lo
decoraba.
- Éste es el problema -dice el Gran Maestro -resuélvanlo-.
Los discípulos
contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños
sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.
¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál sería el enigma?. Pasó el tiempo
sin que nadie atinase a hacer nada salvo contemplar el "problema",
hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los alumnos,
caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
- ¡¡¡ Al fin alguien que lo hizo!!!
- exclamó el Gran Maestro- Empezaba a
dudar de la formación que les hemos dado en todos estos años. Usted es el nuevo
guardián.
Al volver a su
lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:
- Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban
delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un
problema, tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro,
un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado,
por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae comodidad... "Solo
existe una manera de lidiar con un problema": atacándolo de frente. En
estas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante
que cualquier conflicto acarrea consigo. Recuerda que un problema, es un problema. No tiene caso tratar de
"acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra
cosa más que "UN PROBLEMA". Déjalo, hazlo a un lado y continúa tu
misión. No huyas de él... No lo escondas… ¡Acaba con él o él te acabará!
La lógica de la vida.
“Libérate por
completo del deseo, porque si deseas algunas de las cosas que no controlas,
seguro que serás desgraciado... Por lo tanto, quienes quieren ser libres no han
de desear nada ni evitar nada que esté bajo el control de los demás, de lo
contrario serán unos esclavos... Nunca digas «lo he perdido» acerca de nada,
sino «lo he devuelto»... No son las cosas en sí mismas las que perturban a las
personas sino su juicio sobre éstas. Sólo has de preocuparte por las cosas que
controlas, aquellas que puedes modificar a través de tus actos, no por las que
no puedes dirigir ni cambiar”.
En
el universo opera un orden racional que refleja una providencia benigna que
asegura que el resultado de las cosas sea el correcto. Algunos filósofos no se
limitaban a recetar la «fe» como un principio filosófico abstracto; ofrecían estrategias
concretas basadas en la disciplina intelectual y espiritual. La clave para
enfrentarse a las dificultades y la discordia que importunan la vida de todo el
mundo consiste en cultivar cierta actitud frente a las adversidades, basada en
la distinción crítica entre las cosas que podemos controlar y las que están más
allá de nuestra capacidad de control.
Por
desgracia, nadie dispone de una energía ilimitada. Preocuparse por las cosas
que no están bajo nuestro control supone una pérdida de tiempo y es destructivo,
consume nuestra energía y tiende a prolongar y exacerbar nuestro infortunio.
Comprender esta sencilla premisa y poseer la sabiduría, la voluntad y la
disciplina necesarias para centrarnos en aquello que podemos controlar, y
evitar lo que está más allá de nuestro control, es la base para encauzar
nuestras energías de manera eficaz y efectiva, y para vivir en armonía y paz
con nosotros mismos y nuestro entorno.
En
una sociedad libre, una de las cosas que podemos controlar es el rumbo de
nuestra vida social, la opción entre aquello a lo cual nos dedicaremos y las
cosas que descartaremos: una carrera, una empresa, una formación o una familia.
Otro de los factores bajo nuestro control son las personas con las que elegimos
relacionarnos: nuestras parejas, amigos, socios, etc., como también los lugares
donde queremos vivir y trabajar, nuestras diversiones, la ropa que vestimos y
el deseo de lo que nos gustaría poseer.
Una
de las cosas que no controlamos porque está bajo el control de la naturaleza es
el envejecimiento, el pasar a través de las diferentes etapas de la vida, el
cambio en nuestro aspecto físico y en nuestra actitud mental. Algunos envejecen
más rápidamente y otros con mayor lentitud, pero todos envejecemos a medida que
transcurren los años. ¡No existen excepciones a esta regla! Otra cosa que no
controlamos es la muerte, el acto final de nuestra existencia. Algunos morirán
a una edad temprana debido a accidentes o enfermedades, mientras que otros
morirán a una edad avanzada por causas naturales, pero todos moriremos algún
día. ¡Tampoco hay excepciones a esta regla! Al final, la naturaleza recupera lo
que nos ha dado. Eso significa que en realidad no perdemos la vida sino que le
devolvemos a la naturaleza lo que ésta nos ha dado. Una tercera cosa que
tampoco controlamos es la conducta de quienes nos rodean, la de nuestra pareja,
nuestros hijos, amigos, socios, compañeros de trabajo y supervisores. Una
cuarta cosa que no controlamos es el pasado, aquello que ya ha ocurrido, tanto
lo agradable como lo desagradable, porque es irrecuperable e inalterable.
Comprender
aquello que afecta nuestra vida, separar lo que está bajo nuestro control de lo
que no lo está, centrarnos únicamente en los problemas que podemos resolver, no
resulta fácil, requiere sabiduría, voluntad, determinación y disciplina.
Requiere sabiduría comprender los límites que nos impone la naturaleza, las
diversas etapas que nos presenta y también comprender que no podemos cambiar a
las personas y las instituciones que no están bajo nuestro control. Requiere
voluntad y determinación aceptar las consecuencias negativas de aquello que no
controlamos, las consecuencias agradables y desagradables de envejecer, las
ideas desagradables relacionadas con nuestra muerte o la de nuestros seres queridos, los efectos adversos de la conducta
de los demás y la adversidad de las cosas ocurridas en el pasado. Requiere disciplina
aprender a desplazar nuestra energía de aquello que no controlamos y dedicarla
a lo que podemos controlar. Requiere disciplina no dejarse arrastrar por las consecuencias
desagradables originadas por dedicarnos a aquello que no podemos controlar.
Por
ejemplo: podemos contemplarnos en el espejo y comprobar que nos estamos
quedando calvos o que nuestro cabelló se está volviendo blanco y plantearnos la siguiente pregunta: ¿Puedo
hacer algo al respecto? Quizá un trasplante o un tinte sean una solución temporal
al problema, pero en absoluto permanente. En ambos casos, el hecho de que el
pelo se vuelva más ralo o cano forma parte del proceso de envejecimiento, y
quien lo controla es la naturaleza, no nosotros, y por tanto no hemos de preocuparnos.
Ahora pasemos al problema siguiente. Estoy disconforme con mi empleo. ¿Puedo
cambiarlo? ¿Está bajo mi control el hacerlo? En caso de que sea así, esbozaré
los pasos que he de dar para conseguir otro. Si no fuera así, mi situación
actual me impide cambiar de empleo así que preocuparme no resulta útil. Ahora pasemos
a la siguiente cuestión. En algunos casos, las personas son menos afortunadas.
Creemos
-o queremos creer- que podemos controlarlo todo y que podemos cambiar las cosas
en el sentido deseado. Algunos de nosotros creemos -o queremos creer- que la
vida es eterna. Nos dedicamos a acumular bienes, inmuebles, dinero, pinturas,
cosas cuyo valor aumentará con el paso del tiempo y que nos proporcionarán una
vida mejor en el futuro. Otros creen que la vejez y la muerte sólo son el
primer acto de nuestra existencia, al que le seguirá una vida diferente
descrita en algunos textos religiosos. El resultado es que renuncian a consumir
aquello que les da placer en el presente, a cambio de aquello que quizá les
proporcione placer en el futuro.
A
lo mejor creemos que podemos modificar la conducta de nuestra pareja o nuestros
hijos. Esperamos de ellos cosas que no pueden proporcionarnos, y entonces los
señalamos con el dedo y les echamos la culpa por las cosas que nos han salido
mal, nos peleamos con ellos y malgastamos nuestra energía en tratar de
controlar aquello que no está bajo nuestro control. Otras personas centran su
energía mental en el pasado, en aquello que ya ha ocurrido y en las condiciones
agradables o adversas que ha provocado. Intentan regresar al pasado y borrar
las experiencias negativas o revivir aquellas que tuvieron un efecto positivo
en ellas. Y así se ven esclavizadas por las cosas que no controlan y hacen caso
omiso de las que sí. Al vivir en el pasado, dejan de vivir en el presente
porque disponen de escasa o ninguna energía para dedicarla a aquello que está
disponible y que podría mejorar su vida.
En
resumen, nadie puede proporcionar panaceas para las tensiones emocionales y los
traumas que la vida nos inflige de un modo inevitable. Sin embargo, los
antiguos estoicos proporcionaron un enfoque racional para enfrentarse a dichas
adversidades. Demostraron con éxito que, en gran medida, somos los autores de
nuestras propias desgracias. Al detenernos en lo irrecuperable, no sólo nos
aseguramos muchas noches de insomnio, sino que también derrochamos una energía
preciosa que podríamos aprovechar para resolver lo que sí tiene remedio. Y tal
vez lo más importante sea que nos negamos a nosotros mismos esa sensación de
paz espiritual y bienestar que constituye una de las mayores bendiciones de
esta vida. Los que lloran por la leche derramada están condenados a pasar la
vida limpiando. La opción racional supone desprendernos de aquello sobre lo que
no podemos influir y tomar las medidas que nos permiten vivir una vida
fructífera.
Somos
una parte muy importante del universo: Cosmología
Llamamos real a las cosas que nos impactan y
sacuden. Si algo nos produce dolor o miedo nos genera una impresión inolvidable
y pensamos que es real. Si está lejos o
lo olvidamos, deja de estar presente para nosotros y solo pensamos en ello como
posiblemente real, pero no estamos seguros de que lo es. Si no vivimos en la luna y probablemente
nunca iremos allí, no lo incluimos dentro de lo que llamamos nuestra realidad.
La realidad de la ciencia ni siquiera es completa, pues para nosotros lo real
son las personas, las cosas que podemos percibir con los sentidos, no las
moléculas o aquello que escapa a nuestra capacidad de sensorial. Nuestra idea
de lo real es producto de nuestros hábitos y de nuestras costumbres.
Todo
en el universo está sujeto al cambio.
Cuando avistamos la naturaleza descubrimos con
facilidad que todas las cosas – incluyéndonos – están sujetas a
transformaciones. En general, todo lo que
comienza, termina en algún momento ya sea que hablemos de un ser vivo, de
una roca, de algo terrestre o algo extraterrestre; todo tiene un nacimiento y
una muerte o finalización.
Los antiguos filósofos griegos, cuando contemplaban
la naturaleza, decían que las cosas se generan y se corrompen, y a todo el
conjunto de transformaciones y cambios le llamaban metabolé, palabra que se traduce como cambio, pero, ¿por qué se dan los cambios permanentemente?. Los
primeros pensadores concluyeron que a pesar de los cabios continuos, la
naturaleza tiene un orden, ya que en todos los procesos naturales existe una
cierta regularidad. Por ello procuraron encontrarle una explicación racional a
ese orden al que los filósofos antiguos le llamaron Kosmos;
Los filósofos antiguos, además se enfrentaron a otro
problema: ¿si el movimiento –y por lo tanto el cambio– es continuo, entonces
nada permanece?. Si nada permanece, eso puede significar que todas las cosas
comienzan a partir de la nada y que cuando se destruyen dejan de ser
absolutamente. Pero, si todo surge de la nada y vuelve a la nada, podemos
sospechar que en última instancia nada es real.
Esto también pasará
Hubo una vez, hace mucho tiempo, en un lugar
muy lejano, un rey que dijo a los sabios de su corte:
– !!Me estoy fabricando un precioso anillo¡¡ He conseguido uno
de los mejores diamantes posibles, quiero guardar oculto dentro del anillo
algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que
ayude a mis herederos para siempre.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podían haber escrito grandes tratados, pero
darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en
momentos de desesperación total...
Pensaron; buscaron en sus
libros pero no podían encontrar nada; consultaron a reconocidos filósofos de la
época, visitaron brujos y gitanos en busca de la preciada misión del rey, pero
todo fue en vano.
El rey tenía un anciano sirviente que
también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y este sirviente cuidó de él, por lo tanto lo
trataban como si fuera de la familia. Había un mutuo cariño del uno hacia el
otro y para las decisiones de mayor trascendencia en el reino la palabra de
aquel viejo servía como apoyo al rey. El rey sentía un inmenso respeto por el
anciano, de modo que también le consultó. Y este le dijo:
–No soy un sabio, ni un erudito, ni académico, pero
conozco el mensaje. Durante mi larga vida en el palacio me he encontrado con todo tipo
de gente, y en una ocasión me encontré con un místico. Era un invitado de
tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se marchó, como gesto de agradecimiento me dio este mensaje –el anciano lo
escribió en el papel, lo dobló y se lo dio al rey.
– !!Pero no lo leas¡¡ –le dijo– ¡¡ mantenlo escondido en el anillo¡¡.ábrelo solo cuando todos los demás hayan
fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.
Ese momento no tardó en llegar. El país fue
invadido y el rey perdió su reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar su vida mientras sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y
los perseguidores eran numerosos.
Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida. En frente había un precipicio y un profundo
valle donde caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo le
cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos.
No podía seguir hacia delante y no había otro camino. De repente se acordó del
anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un mensaje tremendamente
valioso. Simplemente decía: ESTO TAMBIÉN PASARÁ
Mientras leía, sintió que se cernía sobre él un gran
silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o
debían haberse equivocado de camino, pero lo que es cierto es que poco a poco
se dejó de sentir el trote de los caballos. El rey se sentía profundamente
agradecido por el mensaje del anciano y
del místico desconocido. Aquellas palabras habían resultado
milagrosas. Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo.
Tiempo después
reunió a sus ejércitos y reconquistó el reino. Y el día en que entraba de nuevo
victorioso en la capital hubo una gran
celebración con música
y bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo. Y el anciano que estaba al lado de su
carruaje y le dijo:
– Este momento también es adecuado: ¡¡¡vuelve a mirar el mensaje¡¡¡
– ¿Qué quieres decir? Preguntó el rey. Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado,
no me encuentro en una situación sin salida.
– !!Escucha¡¡ –dijo el anciano– Este mensaje no es solo para situaciones
desesperadas, también lo es para situaciones placenteras” “No es solo para
cuando estas derrotado; lo es también para cuando estés victorioso”
El rey abrió el anillo y leyó nuevamente el mensaje: ESTO
TAMBIÉN PASARÁ. Y nuevamente sintió la misma paz, el
mismo silencio en medio de la
muchedumbre que celebraba y bailaba,
pero el orgullo y
el ego, habían desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el
mensaje. Se había iluminado. Entonces el anciano le dijo: “Recuerda que en la vida todo pasa”
Con ejemplos tan
claros como los poderosos gobernantes que estiman su supremacía por encima de
cualquier ser humano, son prisioneros de su desesperación por alcanzar y
demostrar cada vez más su banal grandeza; o las duras pruebas que recaen en un ser
humilde, quien al percibir una recaída a su situación moral, física o
económica, asume y predispone su actitud mental a una desesperación nociva que
al igual que en el primer caso serán la consecuencia de una errada situación.
Las
leyes de la naturaleza.
El cosmos está formado por un sin número de
elementos sujetos a determinados procesos. Las ciencias han descubierto un
conjunto de leyes que rigen la naturaleza y que se cumplen sin excepción de
condiciones determinadas. Una de ellas es la gravedad, en virtud de la cual
existe una fuerza de atracción de los cuerpos que es proporcional a su masa.
Pero, ¿existen leyes que rigen al ser humano?. Si es verdad que todo cambia,
¿existe un pasado, un presente y un futuro?. Tratemos de resolver esta
interrogante
El tiempo
es una constante, las cosas son variables.
Por el contrario, si cualquiera nos dijese que lo
anterior ya no existe, le diríamos que se encuentra en un error, puesto que
simplemente quedó atrás en el camino. Ahora bien, la teoría que actualmente
explica nuestro universo nos dice que el tiempo, al igual que el espacio, no es
más que una dimensión. Y el hecho de que sólo percibamos el instante presente,
no significa que el instante anterior o el siguiente dejen de existir; sólo que
se encuentran más adelante o más atrás en la carretera del tiempo.
Si cambiásemos nuestro carro por un helicóptero,
desde la altura podríamos ver que adelante del árbol siguen existiendo las
cosas. De la misma manera, ya que el tiempo es otra dimensión, al elevarnos
sobre el tiempo veríamos que el futuro no es sino un punto adelante en la
carretera del tiempo y que existe de la misma manera que el presente. No se
trata de algo que va a ocurrir, sino de algo que ya existe y que, simplemente,
no podemos ver por las deficiencias de nuestros instrumentos de observación.
El
tiempo lo es todo, al menos de momento.
¿Qué sabemos del tiempo?. Nadie lo sabe con
exactitud. Pero sí sabemos, por ejemplo, que parece acelerarse a medida que nos
hacemos mayores. También sabemos que las cosas de este mundo, y del universo
que las contiene, existen en el espacio–tiempo y de alguna manera lo definen, pero
que nosotros, como seres corporales, estamos atrapados en él. La vida en sí
misma, sea producto de la creación o de un accidente químico, es un fenómeno
improbable, pero aquí está de todas maneras, y mientras sigamos con vida la
experimentaremos en gran parte gracias al espacio–tiempo.
Pero nuestras experiencias del espacio y del tiempo
son muy distintas, pues la idea de cuánto espacio es necesario para el ser
humano es algo muy relativo. Si uno se queda sin espacio, siempre puede
intentar obtener algo más. El tiempo es algo totalmente distinto. Cuando uno se
ha quedado sin tiempo, se acabó todo. Uno
puede intentar prolongar el tiempo que tiene, pero parece que también
hay muchas maneras de acortarlo. Es posible utilizar el tiempo para ganar más
dinero, pero el dinero no se puede utilizar para ganar más tiempo. Por ello el
tiempo es nuestra posesión más valiosa, y cómo decidamos utilizar nuestro
tiempo es la decisión más importante que podemos tomar
Eres
pieza fundamental del mundo humano: sociología
Nuestro
desarrollo integral se logra en la sociedad.
Los seres humanos nacemos capacitados para desarrollar una serie de
facultades o potencialidades en el transcurso de nuestras vidas. Este potencial
de energías está conformado por la capacidad de pensar, de amar, de decidir, de
relacionarnos con Dios y con las personas. El desarrollo equilibrado de estas
capacidades es lo que constituye el desarrollo integral del ser humano. La
sociedad favorece el desarrollo integral en tres campos: Biológico, psicológico e intelectual, además, el ser individual y
meramente biológico se transforma en ser social por medio del aprendizaje y de
la transmisión de cultura aprendida de los demás, proceso que se da en dos
fases: socialización primaria, que es
el aprendizaje de roles o papeles específicos que se realizan durante la niñez
en el seno familiar, y la socialización
secundaria, que es el aprendizaje de los elementos de la cultura del grupo
o estructura social al que pertenece.
Responsabilidad
social.
Si somos seres sociales por naturaleza, significa
que todo cuando realicemos de manera individual o aquello que nos abstengamos
de hacer, afecta de manera directa o indirecta a los demás. Se llama
responsabilidad social a la carga,
compromiso u obligación que los miembros de una sociedad -ya sea como individuos o como miembros de algún grupo- tienen tanto entre sí como para la sociedad en su
conjunto. El concepto introduce una valoración -positiva o negativa- al impacto
que una decisión tiene en la sociedad. Esa valorización puede ser tanto ética como legal. Generalmente se considera que la responsabilidad
social se diferencia de la responsabilidad
política porque no se
limita a la valoración del ejercicio del poder a través de una autoridad
estatal. La responsabilidad social viene a ser un compromiso u
obligación que los miembros de una sociedad, ya sea
como individuos o como miembros de subgrupos, tienen con la sociedad
en su conjunto; compromiso que implica la consideración del impacto, positivo o
negativo, de una decisión.
“La responsabilidad social es la teoría ética o ideológica que una entidad ya sea un gobierno, corporación, organización o individuo tiene una responsabilidad hacia la
sociedad. Esta responsabilidad puede ser “negativa”, significando que hay
responsabilidad de abstenerse de actuar (actitud de “abstención”) o puede ser “positiva”,
significando que hay una responsabilidad de actuar. (Actitud proactiva)
Un ratón, mirando por un agujero en la pared ve a un granjero y su esposa
abriendo un paquete. Pensó, luego, qué tipo de comida podía haber allí…Quedó
aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera (Trampa para Ratones). Fue
corriendo al patio de la Granja a advertir a todos:
– "¡Hay una ratonera en la casa,
una ratonera en la casa!"
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levanto la cabeza y
dijo:"
– Discúlpeme Sr.
Ratón, yo entiendo que es un gran problema para usted, más no me perjudica en
nada, no me incomoda."
El ratón fue hasta el cordero y le dice:
– "Hay una
ratonera en la casa, una ratonera!" ...
– "Discúlpeme
Sr. Ratón, mas no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted.
Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones."
El ratón se dirigió entonces a
la vaca..., y la vaca le dijo
– "Pero acaso,
estoy en peligro? Pienso que no" dijo la vaca.
Entonces el ratón volvió a la
casa, preocupado y abatido, para encarar a la ratonera del granjero. Aquella
noche se oyó un gran barullo, como el de una ratonera atrapando su víctima. La
mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella
no vio que la ratonera atrapó la cola de una cobra venenosa. La cobra picó a la
mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre.
Todo el mundo sabe que para alimentar alguien con fiebre, nada mejor que una
sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal:
la gallina. Como la enfermedad de la mujer continuaba, los amigos y vecinos
fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. La mujer no
mejoró y acabó muriendo. El granjero entonces vendió la vaca al matadero para
cubrir los gastos del funeral.
La
sociedad y nuestro deber ser.
La sociedad contemporánea está repleta de mensajes
confusos cuando se refiere al trato que damos a los demás seres humanos. El
mensaje religioso del legado judeocristiano, por ejemplo, es que hacer daño a
los demás es un pecado; ensalza la virtud de ejercer la misericordia, el perdón,
la caridad, el amor y el pacifismo. Pero, como todos sabemos, en la práctica dichos
ideales inspirativos tienden a escasear. La sociedad moderna es un entorno competitivo
y duro que aboga por aprovechar la circunstancia en detrimento del «otro».
Eso significa que cometer maldades tiene un efecto de
rebote. Cuando alguien le hace daño a otro, hay dos víctimas: la que sufre el
daño y la que lo comete. Es precisamente esta consecuencia de la maldad lo que
a la mayoría le cuesta aceptar, a saber, que hacer daño a los demás constituye
una especie de herida espiritual auto infligida que acaba por convertir al
malhechor en una persona amargada, rencorosa y triste. Los malhechores también
sufren una pérdida de oportunidad de disfrutar de las virtudes del «camino
elevado»: una poderosa fuente de enriquecimiento espiritual. A la inversa,
quienes evitan hacer daño a los demás de un modo sistemático, incluso cuando
hacerlo quizás esté justificado según las normas convencionales, a menudo son
recompensados con una sensación de satisfacción y de paz interior.
A diferencia de quienes permiten que la maldad
infecte su espíritu, los que se mantienen por encima de esos bajos instintos a
menudo experimentan una profunda sensación de autosatisfacción originada a partir
de su disciplina y su moderación poco habituales. Llegan a verse a sí mismos
como funcionando en un nivel espiritual más elevado, tras renunciar a sentimientos
como el afán de venganza. En vez de malgastar energía tramando e intrigando,
las personas que evitan hacer daño a los demás tienen la oportunidad de
concentrar su esfuerzo en actividades constructivas que producen tranquilidad y
felicidad. Sus vidas son más ricas y satisfactorias porque se niegan a
comprometer su dignidad y su valor dedicándose a cometer actos que pudieran
degradarlos moral y humanamente. Debemos tomar nota de que los antiguos griegos
no eran pacifistas respecto de estos asuntos. Hesíodo no propone que «pongamos
la otra mejilla» y jamás hubiera sugerido que no nos defendamos de las
intenciones malvadas de enemigos. Su verdadero mensaje se limita a lo siguiente:
los seres humanos no sólo han de evitar manchar su alma con la maldad, también
deben hacer todo lo posible para experimentar la alegría que supone ser una buena
persona.
Una mañana una
mujer bien vestida se paró frente a un hombre desamparado, quien lentamente
levantó la vista... y miro claramente a la mujer que parecía acostumbrada a las
cosas buenas de la vida. Su abrigo era nuevo. Parecía que nunca se había
perdido de una comida en su vida. Su primer pensamiento fue: “Solo se quiere
burlar de mi, como tantos otros lo habían hecho.
– "Por Favor Déjeme en paz!!
gruñó el Indigente... Para su sorpresa, la mujer siguió enfrente de Él. Ella
sonreía, sus dientes blancos mostraban destellos Deslumbrantes.
– "¿Tienes
hambre?" preguntó ella. "No", contestó sarcásticamente.
"Acabo de llegar de cenar con el presidente.!!Ahora vete!!."
La sonrisa de la
mujer se hizo aún más Grande. De pronto el hombre sintió una mano suave
bajo el brazo.
– "¿!!!Qué hace usted, señora¡¡¡?" -preguntó el hombre
enojado. “Le digo que me deje en
paz” !!
Justo en ese
momento un policía se acercó.
– "¿Hay algún
problema, señora?" -le preguntó el
oficial.
– "No hay problema aquí,
oficial”, contestó la mujer .. "Sólo
estoy tratando de ayudarle para que se ponga de pie. ¿Me ayudaría? El
oficial se rascó la cabeza.
– "Si, el Viejo Juan, Ha sido un
estorbo por aquí por los últimos años.
– ¿Qué quiere usted con él?"
Pregunto el oficial ...
– "Ve la
cafetería de allí?" -preguntó ella.
"Yo voy a darle algo de comer y
sacarlo del frío por un rato."
– "¿Está loca,
señora?" el pobre desamparado se
resistió. "Yo no quiero ir ahí!
Entonces sintió dos
fuertes manos agarrándolo de los brazos y lo levantaron.
– "Déjame ir
oficial, Yo no hice nada .."
– "Vamos Viejo, esta es una Buena oportunidad para ti," el
oficial le susurro al oído."
Finalmente, y con
cierta dificultad, la mujer y el agente de policía llevaron al Viejo Juan a la
cafetería y lo sentaron en una mesa en un Rincón de la cafetería. Era casi
mediodía, la mayoría de la gente ya había almorzado y el grupo para la comida
aún no había llegado.
El gerente de la cafetería
se acercó y les preguntó.
– "¿Qué está
pasando aquí, oficial?" "¿Qué es todo esto? Y este hombre está
en problemas?"
– "Esta señora
lo trajo aquí para que coma algo," respondió el policía.
– "Oh no, Aquí
no!" el gerente respondió airadamente. "Tener una persona como este aquí es
malo para mi negocio!!!
El Viejo Juan
esbozó una sonrisa con sus pocos dientes.
– "Señora, se lo dije. Ahora, si
van a dejarme ir. Yo no quería venir
aquí desde un principio."
La mujer se dirigió al gerente de la cafetería y sonrió
La mujer se dirigió al gerente de la cafetería y sonrió
– "Señor, ¿está
usted familiarizado con Hernández y Asociados?,
– ¿La firma bancaria
que está a dos calles?" "Por supuesto que los conozco",
respondió el administrador con impaciencia. "Ellos
tienen sus reuniones semanales en una de mis salas de banquetes."
– "¿Y se gana
una buena cantidad de dinero con el suministro de alimentos en estas reuniones semanales?" preguntó La Señora ...
– "¿Y eso que le
importa a usted?
– Yo, señor, soy
Penélope Hernández, presidente y dueña de la compañía".
– “!!!Oh Perdón!! dijo el gerente
...
La mujer sonrió de
nuevo.
– "Pensé que
esto podría hacer una diferencia en su trato." Le dijo al policía, que fuertemente trataba de contener una
carcajada.
– "¿Le gustaría
tomar con nosotros una taza de café o tal vez una comida, oficial?"
– "No, gracias,
señora", replicó el oficial. "Estoy en servicio".
– "Entonces, quizá, una taza de café
para llevar?"
– "Sí, señora.
Eso estaría mejor".
El gerente de la
cafetería giró sobre sus talones como recibiendo una orden.
– “Voy a traer el
café para usted de inmediato señor oficial " El oficial lo vio alejarse. Y
opino:
– "Ciertamente lo ha puesto en
su lugar", dijo.
– "Esa no fue mi
intención” dijo la señora... “Lo crea o no, tengo una buena razón para todo esto".
Se sentó a la mesa
frente a su invitado a cenar. Ella lo miró fijamente...
– "Juan ¿te acuerdas de mí?"
El viejo Juan miro
su rostro, el rostro de ella, con los ojos lastimeros
– "Creo que sí - Dijo, se me hace familiar".
– "Mira Juan, quizá estoy un
poco más grande, pero mírame bien", dijo la Señora. "Tal vez me veo más llenita ahora...
pero cuando tu trabajabas aquí hace
muchos años vine aquí una vez, y por esa misma puerta, muerta de hambre y
frio”. Algunas lágrimas posaron sobre sus mejillas.
– "¿Señora?" dijo el Oficial, No podía creer lo que estaba presenciando, ni
siquiera pensar que la mujer podría llegar a tener hambre.
– "Yo acababa de graduarme de la
Universidad en mi pueblo", la mujer comentó. "Yo había llegado a la ciudad en busca de un
trabajo, pero no pude encontrar nada. Con la voz quebrantada la mujer
continuaba: Pero cuando me quedaban mis
últimos centavos y me habían corrido de mi apartamento. Caminaba por las
calles, y era en febrero y Hacía frío y casi muerta de hambre. vi este lugar y
entre con una poca posibilidad de que podría conseguir algo de comer.
" Con lágrimas en sus ojos la mujer siguió platicando ... Juan me recibió con una sonrisa.
– "Ahora me acuerdo",
dijo Juan. "Yo estaba detrás del
mostrador de servicio. Se acercó y me preguntó si podría trabajar por algo de
comer”.
– “Me dijiste que estaba en
contra de la política de la empresa". Continuó la mujer… Entonces, tú me hiciste el sándwich de carne
más grande que había visto nunca... me diste una taza de café, y me fui a un
rincón a disfrutar de mi comida. Tenía miedo de que te metieras en
problemas. Luego, cuando miré y te vi a poner el precio de la comida en la caja
registradora, supe entonces que todo iba a estar bien".
– "¿Así que
usted comenzó su propio negocio?" El
viejo Juan dijo.
– "!Si¡. Encontré
un trabajo esa misma tarde. Trabajé muy duro, y me fui hacia arriba con la
ayuda de Mi Padre Dios. Eventualmente empecé mi propio negocio que prosperó.
"Ella abrió su bolso y sacó una tarjeta. "Cuando termines aquí,
quiero que vayas a hacer una visita al señor Martínez. Él es el director de
personal de mi empresa. Iré a hablar con él y estoy segura de que encontrará
algo para que puedas hacer algo en la oficina". Ella sonrió. "Creo que incluso
podría darte un Adelanto, lo suficiente para que puedas comprar algo de ropa y
conseguir un lugar para vivir hasta que te recuperes. Si alguna vez necesitas
algo, mi puerta está siempre abierta para ti Juan."
Hubo lágrimas en los ojos del anciano. "¿Cómo
voy a agradecerte?, preguntó.
– "No me
des las gracias", respondió la mujer. "Soy yo quien debo agradecerte, y
a Dios. Él me trajo a ti."
Fuera de la
cafetería, el oficial y la mujer se detuvieron y antes de irse por su lado.
– "Gracias por
toda su ayuda, oficial." Dijo
La Sra. Hernández.”
– “Al contrario, dijo el
oficial,", "Gracias a usted. Vi
un milagro hoy, algo que nunca voy a olvidar. Y
gracias por el café. ".....
Tus
valores precisan tu humanidad: Axiología
Se
designa con el término de Axiología a aquella rama de la Filosofía que se
ocupa y centra en el estudio de la naturaleza de los valores y los juicios
valorativos. Aunque por supuesto la filosofía y todo lo que esta disciplina
estudia datan de muchísimos siglos atrás, la denominación de
esta parte de estudio es relativamente nueva, ya que
fue utilizada por primera vez recién en los comienzos del siglo pasado.
Por otro lado, la axiología junto
con la deontología será el principal fundamento y pilar con el cual contará la
Ética. En tanto y ya
adentrándonos en lo que constituye su objeto de estudio, para la axiología, un
valor será aquella cualidad que permitirá ponderar el valor ético y estético de
las cosas, es decir, lisa y llanamente se trata de aquella cualidad especial
que hace que las cosas o las personas sean estimadas en un sentido negativo o
positivo.
Se puede distinguir entre distintas clases de
valores. Los valores objetivos son aquellos que resultan ser ellos mismos la
finalidad, como ser el bien, la verdad y la belleza. Por otro lado y en oposición a estos, nos encontramos con los valores subjetivos que serán aquellos
que representan un medio para llegar a tal o cual fin y que la mayoría de las
veces se encuentran seguidos de un deseo de tipo personal. Además y en un
escalón más abajo, podemos distinguir los valores entre fijos, es decir,
aquellos que a pesar de todo permanecen y los dinámicos, que son aquellos que
no están sujetos a permanecer, sino que van cambiando a medida que nosotros
vamos cambiando. Asimismo, los valores pueden ser distinguidos de acuerdo a la importancia que ostenten para nosotros y entonces estar conceptualizados de acuerdo a
una jerarquía preestablecida en la cual unos poseerán una posición más alta que
otros.
Se cuenta lo siguiente de un viejo anacoreta o
ermitaño, es decir, una de esas personas que por amor a Dios se refugian en la
soledad del desierto, del bosque o de las montañas para solamente dedicarse a
la oración y a la penitencia. Se quejaba
muchas veces que tenía demasiado quehacer.
-
La gente
preguntó cómo era eso de que en la soledad estuviera con tanto trabajo.
–
Les contestó:
"Tengo que domar a dos halcones,
entrenar a dos águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente,
cargar un asno y someter a un león".
–
No vemos ningún animal cerca de la cueva donde vives. ¿Dónde están
todos estos animales?
Entonces el ermitaño dio una explicación que todos
comprendieron.
–
Porque estos animales los tienen todos
los hombres, ustedes también. Los dos halcones, se lanzan sobre todo lo que se
les presenta, bueno y malo. Tengo que domarlos para que sólo se lanzan sobre
una presa buena, son mis ojos. Las dos águilas con sus garras hieren y
destrozan. Tengo que entrenarlas para que sólo se pongan al servicio y ayuden
sin herir, son mis dos manos. Y los conejos quieren ir adonde les plazca, huir
de los demás y esquivar las cosas difíciles. Tengo que enseñarles a estar
quietos aunque haya un sufrimiento, un problema o cualquier cosa que no me
gusta, son mis dos pies. Lo más
difícil es vigilar la serpiente aunque se encuentra encerrada en una jaula de
32 varillas. Siempre está lista por morder y envenenar a los que la rodean
apenas se abre la jaula, si no la vigilo de cerca, hace daño, es mi lengua. El
burro es muy obstinado, no quiere cumplir con su deber. Pretende estar cansado
y no quiere llevar su carga de cada día, es mi cuerpo. Finalmente necesito
domar al león, quiere ser el rey, quiere ser
siempre el primero, es vanidoso y orgulloso: es mi corazón.
Valores
para recordar: 10 reglas de oro
La vida
espiritual no está reservada exclusivamente a la enseñanza religiosa. Existen
otros caminos para alcanzar la satisfacción espiritual. Entre las muchas
ventajas de la razón se encuentra la capacidad de examinar la vida; de comprender
lo que podemos controlar y lo que está fuera de nuestro control; la capacidad
de diferenciar entre los placeres falsos y los verdaderos; la de identificar
las verdaderas amistades, la de alcanzar una existencia equilibrada, todo lo
cual contribuye a alcanzar una espiritualidad significativa, como la expresada
por la sabiduría de los antiguos sabios griegos.
1. Examina tu vida. Vive a
fondo; busca siempre nuevas oportunidades para ampliar tu horizonte mental y
espiritual.
3. Atesora la amistad. La
amistad es un vínculo recíproco que satisface la necesidad de afiliación. La
amistad no se compra en el mercado, debe alimentarse y atesorarse mediante
relaciones basadas en la confianza y la concordia.
4. Experimenta el auténtico placer. Evita
los caprichos superficiales y pasajeros. Procura que tu vida sea sencilla.
Busca experiencias tranquilizadoras que te proporcionen paz mental. Los
auténticos placeres suponen límites naturales.
5. Domínate a ti mismo.
Resístete a cualquier fuerza externa que pudiera limitar tus pensamientos y
acciones; deja de engañarte a ti mismo y creer solamente en lo que te resulte
útil y conveniente. La libertad completa requiere una lucha interior, una
batalla para vencer a las fuerzas psicológicas y espirituales que impiden una
independencia saludable. Sé implacablemente sincero contigo mismo.
6. Evita los excesos. Procura vivir una
vida armoniosa y pacífica. No caigas en los extremos. Incluso lo bueno,
perseguido sin moderación, puede convertirse en una fuente de desgracias y
sufrimiento.
7. Sé responsable. Repróchate con
sinceridad tus malas acciones; conserva una higiene espiritual; deja de culpar
de tus errores y defectos a los demás. La «gran» deshonestidad, la mentira y el
auto engaño, resultan letales para tu felicidad. Distorsionan y paralizan
cualquier oportunidad, cualquier relación y cualquier perspectiva de vivir una
vida significativa. Acúsate a ti mismo sin remilgos, has de estar dispuesto a
confesar tu responsabilidad y a aceptar las consecuencias.
8. No seas un necio próspero. La
prosperidad en sí misma no es la panacea para una vida mal orientada y puede
ser la fuente de una temeridad peligrosa. El dinero es un elemento necesario
pero no suficiente para vivir una buena vida.
9. No hagas daño a los demás. Cometer
maldades es una costumbre peligrosa a la que recurrimos demasiado a menudo y
que justificamos con excesiva facilidad; tiene un efecto negativo que mina la
búsqueda de la buena vida. Hacer daño a los demás causa dos víctimas: el que -sufre
el daño y el que lo comete. Con el tiempo, las heridas se extienden y se
enconan hasta corromper toda la personalidad y el resultado es una persona
amargada, rencorosa, triste y neurótica.
10. La bondad hacia los demás tiende a ser
recompensada. Ser bondadoso con los demás es una buena costumbre que
tiene efectos duraderos y positivos que sostienen y refuerzan la búsqueda de la
buena vida. Ayudar a los demás proporciona una satisfacción de la que se benefician
dos: quien recibe la ayuda, y quien la proporciona. Con el tiempo, quienes
actúan con bondad desarrollan una personalidad amable y dichosa que atrae a los
demás.
Más
que humanos, somos seres espirituales: Religión
Se habla de «religiones»
para hacer referencia a formas específicas de manifestación del fenómeno
religioso, compartidas por los diferentes grupos humanos. Hay religiones que
están organizadas de formas más o menos rígidas, mientras que otras carecen de
estructura formal y están integradas en las tradiciones culturales de la
sociedad o etnia en la que se practican. El término hace referencia tanto a las
creencias y prácticas personales como a ritos y enseñanzas colectivas, además se
puede afirmar que, como hecho antropológico, engloba entre otros elementos
tales como las tradiciones, las culturas ancestrales, las instituciones,
escrituras, historias, mitología, fe y credos, experiencias místicas, ritos, liturgias, y oraciones.
Aunque la antropología ha recogido manifestaciones religiosas desde el primer momento de la
existencia del hombre y éstas han influido decisivamente en la configuración de
las diversas culturas y sociedades, todavía se discute si es un fenómeno
esencial del hombre o puede ser reducido a otras experiencias o aspectos
humanos más fundamentales. Sea como sea, el ser humano ha hecho uso de las
religiones para encontrar sentido a su existencia y para dar trascendencia y
explicación al mundo, el universo y todo lo imaginable. Filosóficamente, la
religión puede ser un estilo de vida, un camino hacia la plenitud, una plenitud
que inicia desde el mismo instante que se cobra conciencia de la misma. En un
sentido más amplio, también se utiliza para referirse a una obligación de
conciencia que impele al cumplimiento de un deber tanto personal como social.
¿Eres un
ser espiritual?
Si descuidas, desconoces o niegas los aspectos
espirituales de tu ser, no vivirás la vida con toda la plenitud posible. Y esto
puede producir malestar o trastorno por igual. Incluso en las sociedades más
consumistas y materialistas que jamás se hayan conocido en el mundo, muchas
personas son también seres increíblemente espirituales. La satisfacción de las
necesidades materiales, emocionales e intelectuales no basta para sustentar a
la gente de un modo profundo. Así, tarde o temprano, la gran mayoría busca
caminos espirituales en la vida, ya sea a través de religiones organizadas
tradicionales, de sistemas de creencias no tradicionales, de la sabiduría
perenne, de planteamientos New Age o
incluso de filosofías seculares.
¿Y qué es el espíritu? Dicho de modo sencillo es una
especie de fuerza o energía no material. Hasta los materialistas más estrictos
se ven obligados a admitir la influencia de cosas no materiales. Los campos
gravitatorios y magnéticos, por ejemplo, son cosas no materiales que ejercen
fuerzas y almacenan energía. Sin gravedad, no habría atmósfera; sin magnetismo,
no existirían los iones bioquímicos; sin la luz las plantas no podrían efectuar
la fotosíntesis. Así pues, la vida misma depende de fuerzas y energías de
carácter no material. Si esto es cierto para las plantas, ¿cuánto más cierto es
para seres conscientes como los humanos?. La vida y la conciencia poseen
aspectos innegablemente espirituales (es decir, no materiales). Nuestros
pensamientos son no materiales, aunque determinan en última instancia el mundo
y el camino que hemos decidido recorrer. Negar entonces, la existencia de
nuestro mundo espiritual, puede ser peligroso, porque si la causa primordial de
un malestar es de carácter espiritual, negar la existencia de este ámbito
impedirá aliviarlo.
Espiritualidad
y religión.
El
espíritu desempeña un papel importante en las religiones organizadas, como es
lógico. Pero también es posible (y a veces deseable) crecer espiritualmente sin
pertenecer a ningún grupo religioso concreto. Éste es el método que prefieren
algunos, porque si la religión se vuelve demasiado dogmática, lo cual es un
riesgo inherente a cualquier enseñanza doctrinal, sus seguidores pueden perder
su capacidad de dudar, y su crecimiento espiritual puede verse reprimido. Se
puede profesar una religión sin ser espiritual, y seguir los rituales como una
conducta meramente maquinal, lo que puede incluso empobrecer el espíritu. En cambio,
la práctica espiritual enriquece la vida, tanto de las personas religiosas como
de las que no lo son.
Todas
las grandes religiones del mundo poseen un conjunto de enseñanzas esotérico (es
decir, interno y a menudo protegido), que implica prácticas que van más allá de
las normas comunes, los rituales, la liturgia y la oración, y que están
dirigidas al crecimiento espiritual. Tales enseñanzas suelen catalogarse de
«misticismo». Los profesores y líderes morales están entregados al despertar
espiritual del individuo en contraposición con la adoración conformista del
grupo. El camino espiritual desarrolla siempre la capacidad interior de
explorar y exaltar los misterios del Universo en nombre del amor y de la
beneficencia. El camino espiritual no conduce nunca a la destrucción de uno
mismo ni de los demás en conflagraciones violentas, fútiles y dañinas de odio y
animadversión suicida. El malestar
es uno de los ingredientes básicos de todo caldo esotérico, que si se cocina
como es debido se convierte en bienestar. El malestar es un amigo, no un
enemigo, porque abre las mentes, corazones y almas a experiencias de vida
espiritual, lo que nos obliga a refinar nuestros aspectos más animales y a
humanizar nuestros aspectos mecanicistas.
Lo
que las religiones enseñan.
“Hay mil y una puertas que conducen al huerto
de la verdad mística. Cada ser humano tiene su propia puerta. No tenemos que cometer
nunca el error de querer entrar en el huerto por una puerta que no sea la
nuestra”. Elle Wiesel
El Tao es un camino que no
puede definirse, salvo por la contradicción racional de que todas sus
definiciones son (por definición) incorrectas. Este camino sin camino conduce
al bienestar atravesando el malestar; pero no podemos descargar de la Internet
la «ruta más corta». El sabio Zhuangzi aconseja: «Ejercítate en vaciar tu mente de pensamientos y reflexiones y llegarás
a conocer el Tao. Sólo cuando no tienes ningún lugar y no ves ningún camino
hacia adelante encuentras reposo en el Tao. No tengas camino ni planes y
alcanzarás el Tao». Un estudiante
del Tao se quejó de que “es como tomar un medicamento que me hace sentir peor
que antes”. La razón es que seguir el Tao significa vaciarse del no Tao. Seguro
que se nota cierto desasosiego. No hay por qué preocuparse. Podrá entonces
empezar a usar lo que se llama «la generosidad de la vida». Pero, para ello,
primero debe vaciarse de la tacañería de la vida. Es algo desagradable, como
drenar un absceso: pero es necesario deshacerse de la infección.
El
mejor resumen de la filosofía espiritual hindú, y aliciente para su práctica,
concretamente el Bhagavad Gita, empieza con el abatimiento total del
estudiante Arjuna, que es también un poderoso guerrero. Sin embargo, la
habilidad marcial de Arjuna es un indicio de cómo van las cosas en comparación con las fuerzas
espirituales cósmicas que tiene que empezar a comprender a medida que Krishna
se las revela paciente y metódicamente. El malestar de Arjuna lo lleva a cuestionarse
el significado de la vida y la muerte, lo que abre una puerta a las prácticas
espirituales de los sabios del bosque. El abatimiento de Arjuna fue la clave de
su salvación. De la misma manera, su abatimiento podría ser la clave de su
salvación.
Muchas
prácticas del misticismo judío (Cábala) se basan en algo todavía peor que el abatimiento; en
concreto, el desastre. Fuerzas que escapan a nuestro control pueden causar
estragos en nuestra vida en cualquier instante, dejando muerte y destrucción a
su paso. Pensemos en el libro de Job. Pensemos en las tragedias que día a día
sacuden al mundo. De ello se desprende que todo momento en el que no se produce
ningún desastre es, en realidad, un regalo preciado que debería celebrarse
potenciando al máximo el amor de uno por la vida misma. Esta celebración, el
núcleo de la Cábala, es una práctica espiritual. Nadamos en «un mar de milagros
sin realizar». Nuestra misión consiste en realizarlos. Eso se logra
espiritualmente
El
misticismo cristiano evolucionó tanto dentro de la Iglesia católica como
fuera de ella; en el segundo caso, gracias a la antigua prohibición del
gnosticismo. Curiosamente, las órdenes religiosas en el seno de la Iglesia
están importando en la actualidad otras tradiciones para re inspirar su propia
fe. Los gnósticos, sin embargo, emularon las doctrinas esotéricas de otras
religiones desde el principio. Consideran que este mundo es como mínimo
imperfecto, y puede llegar a ser un infierno. Su modo de superar el malestar
radica en la evolución de la conciencia humana: una progresión del materialismo y de la
esclavitud de los sentidos hacia la conciencia ética y la liberación
espiritual. El espíritu del mundo en exilio debe atravesar el infierno de lo
material y el purgatorio de lo moral para llegar al paraíso espiritual.
El
misticismo islámico, o sufismo, es congruente con las prácticas y los ideales
espirituales taoístas, hindúes, judíos y cristianos. El sufismo, la más
reciente de las principales tradiciones místicas, incorpora elementos de todas sus predecesoras. Como los taoístas,
los sufíes valoran el vacío. Como los sabios del bosque hindúes, los sufíes
viven apartados del mundo. Como los
cabalistas, los sufíes celebran con júbilo la vida. Como los gnósticos, los
sufíes rechazan los dogmas oficiales y buscan verdades más elevadas. Y como
todos ellos, los sufíes reconocen el potencial transformador del malestar. «Estos dolores que sientes son mensajero:.!!Escúchalos¡¡.
Conviértelos en dulzura.» ¿Cómo? Tocando música dulce con ellos. El
malestar puede recordar a veces el vacío. Pero, como todos los místicos saben,
el vacío es muy útil y hermoso: «Somos guitarras, ni más ni menos. Si la caja
de resonancia está llena de algo, no hay música.» Sólo vaciándonos de lo
mundano, podemos llenarnos de lo divino y convertirnos en su instrumento.
El helecho y el bambú
Un día decidí darme por vencido… renuncié a
mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para tener una última
charla con Dios.
¡Dios¡, dije. "¿Podrías darme una buena razón para no
darme por vencido?". Su respuesta me sorprendió"
– Mira a tu alrededor", Él dijo. "Ves el helecho y el bambú?"
– Mira a tu alrededor", Él dijo. "Ves el helecho y el bambú?"
"Sí", respondí.
– "Cuando
sembré las semillas del helecho y el
bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua. El helecho rápidamente
creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla de
bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más
brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de
bambú. Pero no renuncié al bambú." Dijo Él. "En el tercer año, aun nada brotó de la semilla de bambú .Pero no
renuncié" me dijo."En el
cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú."No
renuncié" dijo. "Luego en
el quinto año un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el
helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. Pero sólo 6 meses
después el bambú creció a más de 100 pies de altura (20mts). Se la había pasado
cinco años echando raíces. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo
que necesitaba para sobrevivir. "No le daría a ninguna de mis creaciones un
reto que no pudiera sobrellevar". Él me dijo. "¿Sabías que todo este tiempo que has
estado luchando, realmente has estado echando raíces?" "No renunciaría al bambú. Nunca
renunciaría a ti. "No te compares con otros" me dijo. "El bambú tenía un propósito diferente
al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar
hermoso". "Tu tiempo vendrá" Dios me dijo. "¡Crecerás muy alto!"
– "¿Qué tan alto debo crecer?" pregunté.
– "¿Qué tan alto debo crecer?" pregunté.
– "¿Qué tan alto crecerá el bambú?" me
preguntó en respuesta.
– "¿Tan
alto como pueda?" Indagué.
– Nunca
te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los
malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida.
Continúa… La felicidad te mantiene agradable, los intentos te mantienen fuerte,
las penas te mantienen humano, las caídas te mantienen humilde, el éxito te
mantiene brillante.
Son
tus actos los que te definen: ética
Cuando
se habla de ética siempre se piensa en la manera de vivir sin hacer daño a
otros, buscando cumplir con unas normas surgidas ya sea de la sociedad, de
nuestros padres y allegados o de nuestra propia conciencia y forma de ver el
mundo, y que debemos acatar y obedecer para garantizar la sana convivencia. La acción
humana se puede explicar como la puesta en práctica de decisiones que pueden
ser catalogadas o juzgadas de manera diferente dependiendo del contexto
socio-cultural en el cual se desarrollan y ejecutan.
Se
afirma que esta pérdida de valores ha sido ocasionada, entre otros aspectos,
por el proceso de secularización ética en la cual los criterios religiosos que
marcaron la vida de las anteriores generaciones, han sido suplantados por las
formulaciones seculares. Asistimos a una crisis profunda en los criterios y valores
éticos que guían las acciones del ser humano; personas y grupos han perdido la
perspectiva moral de sus acciones dando cabida a la amoralidad, al subjetivismo
y al relativismo moral. Es un hecho la confusión moral que nos afecta en el
ámbito personal y social; confusión que se ve acrecentada por la dificultad de
entendimiento en el lenguaje moral. Ello implica que, en la actual sociedad ni
siquiera acertamos en usar un lenguaje que nos permita el entendimiento y nos
lleve a alcanzar acuerdos mínimos de convivencia.
El saco de carbón
Un día,
Jaimito entró a su casa dando patadas en el suelo y gritando muy molesto. Su
padre lo llamó. ¡Jaimito!, él
siguió, diciendo en forma irritada:
–
Papá, ¡Te
juro que tengo mucha rabia! Pedrito no debió hacer lo que hizo conmigo. Por eso, le deseo todo el mal del mundo,
¡Tengo ganas de matarlo!
Su padre,
un hombre simple, pero lleno de sabiduría, escuchaba con calma al hijo quien
continuaba diciendo:
–
Imagínate
que el estúpido de Pedrito me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Me
gustaría que él se enfermara para que no pudiera ir más a la escuela.
El padre
siguió escuchando y se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa, de
donde
tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:
tomó un saco lleno de carbón el cual llevó hasta el final del jardín y le propuso:
–
¿Ves
aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedrito
y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va
dirigido a él. Tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último
pedazo. Después yo regreso para ver como quedó.
El niño lo
tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones pero como el tendedero
estaba lejos, pocos de ellos acertaron la camisa. Cuando, el padre regresó y le
preguntó:
–
Hijo ¿Qué
tal te sientes?
-
¡Cansado!,
pero alegre. Acerté algunos pedazos de carbón a la camisa.
El padre
tomó al niño de la mano y le dijo:
-
Ven conmigo quiero mostrarte algo.
Lo colocó frente
a un espejo que le permite ver todo su cuerpo.... ¡Qué susto!
Estaba todo negro y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese
momento el padre dijo:
-
Hijo, como
pudiste observar, la camisa quedó un poco sucia pero no es comparable a lo
sucio que quedaste tú. El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica
en nosotros. Por más que queremos o podamos perturbar la vida de alguien con
nuestros pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en nosotros
mismos.
Ten mucho cuidado con tus pensamientos porque ellos se transforman en palabras. Ten mucho cuidado con tus palabras porque ellas se transforman en acciones. Ten mucho cuidado con tus acciones porque ellas se transforman en hábitos. Ten mucho cuidado con tus hábitos porque ellos moldean tu carácter. Y ten mucho cuidado con tu carácter porque de él dependerá tu destino.
La
ética se mide en función del servicio que prestamos a los demás.
Muchas
de las importantes religiones del mundo hablan de la obligación de tratar a
nuestros semejantes con bondad. Pero dicha bondad a menudo es considerada como
una inversión para una salvación futura, como un billete de entrada al paraíso.
Sin embargo, los antiguos griegos no lo consideraban así, puesto que veían la
bondad a través de la lente de la razón y subrayaban sus efectos positivos no
sólo en quienes la recibían sino también en quien la proporcionaba, no para la
salvación del alma en la otra vida sino en ésta.
Simplificando,
la bondad tiende a revertir sobre quienes actúan bondadosamente, como demostró
Esopo en su fábula del ratoncito que cortó la red para liberar al león. Da la
casualidad de que los antiguos griegos no eran tan «idealistas» como a veces se
los retrata. Incluso las enseñanzas de los grandes filósofos y poetas tendían a
lo utilitario, incluido el concepto de acto bondadoso. Un acto bondadoso como
un fin en sí mismo o como un tema de deber personal no formaba parte de su
horizonte moral. No obstante, al mismo tiempo su sentido de la utilidad en
dichos asuntos no era burdo ni carecía de tacto. Para Esopo, una acción
bondadosa no supone un cálculo y tampoco una inversión consciente realizada con
la esperanza de obtener un dividendo. En cambio, sugiere que la bondad tiende a
revertir sobre quienes hacen el bien, una especie de recompensa «kármica». Y
así, en la fábula de Esopo, cuando el león está inextricablemente atrapado en
la red, es el humilde ratón al que antaño le perdonó la vida quien roe las
cuerdas y lo libera: una buena obra espontánea correspondida bajo
circunstancias que nadie podría haber anticipado.
En
la actualidad, la premisa de Esopo de que ningún acto bondadoso resulta inútil
conlleva dos mensajes importantes para las relaciones modernas que tienden a fomentar
los caprichos y el fomento del ego individual.
El
primer mensaje es que somos criaturas sociales, que para llegar a realizarnos
necesitamos al «otro». Este mensaje se olvida con frecuencia debido a que
malgastamos mucho tiempo y energía en fomentar nuestras propias causas y nos
despreocupamos de los demás. No cabe duda de que al menos una parte de la conducta
neurótica observada en la sociedad moderna (la alienación, la drogadicción, la
depresión), está relacionada con la ausencia de relaciones sociales
significativas. Esopo consideraba que la benevolencia humana facilitaba el establecimiento
de vínculos sociales. En ausencia de un gesto bondadoso, las barreras
permanecen bajadas y las personas no están dispuestas a confiar o comprometerse.
Pero cuando un ser humano se arriesga a expresarle al «otro» una auténtica
bondad, algo ofrecido gratuitamente a cambio de nada, entonces toda la dinámica
social se ve modificada y hay vía libre para una verdadera comunicación,
para el establecimiento de lo que ha sido denominado la relación «Yo-Tú». Hemos
de tomar nota de que dichas relaciones son las que mayor trascendencia suelen
tener.
El
segundo mensaje es que la bondad tiene un efecto positivo sobre el benefactor.
Podemos afirmar que la generosidad hacia los demás contribuye al desarrollo humano
del benefactor. Al ayudar a los demás ampliamos nuestro horizonte tanto
emocional como espiritualmente. Crecemos como seres humanos y adquirimos una
nueva comprensión de nosotros mismos y de nuestros vínculos con los otros.
Sobre todo, hacer el bien suele proporcionar una profunda satisfacción. Los que
realizan actos generosos, los que no se preguntan « ¿Y yo qué obtengo de
ello?», sino que se limitan a actuar con generosidad, experimentan una satisfacción
interior que los eleva y ennoblece. Tales individuos tienen el derecho de
considerarse a sí mismos de un modo positivo, porque son seres humanos más
completos que el resto.
En
resumen, los actos bondadosos generan una auténtica oportunidad de establecer
relaciones derribando los muros que aíslan y dividen. En cuanto al desarrollo personal,
quizá la generosidad hacia los demás haga que el benefactor acceda a un nivel
más elevado de realización y satisfacción espiritual. Además, es de esperar que
los hombres y las mujeres generosos creen circunstancias mediante las cuales se
conviertan en destinatarios de actos de bondad similares, como el que el león
recibió del ratón.
Qué gran decepción tenía el joven de esta historia. Su
amargura absoluta era por la forma tan inhumana en que se comportaban todas las
personas, al parecer, ya a nadie le importaba nadie.
Un día dando un paseo por el monte, vio
sorprendido que una pequeña liebre le llevaba comida a un enorme tigre malherido,
el cual no podía valerse por sí mismo. Le impresionó tanto al ver este hecho, que regresó al siguiente día para
ver si el comportamiento de la liebre era casual o habitual. Con enorme
sorpresa pudo comprobar que la escena se repetía: la liebre dejaba un buen
trozo de carne cerca del tigre. Pasaron los días y la escena se repitió de un modo idéntico, hasta que el
tigre recuperó las fuerzas y pudo buscar la comida por su propia cuenta.
Admirado por la solidaridad y cooperación entre los animales, se dijo:
–
"No todo está perdido. Si los animales,
que son inferiores a nosotros, son capaces de ayudarse de este modo, mucho más
lo haremos las personas".
Y decidió hacer la experiencia: Se tiró al
suelo, simulando que estaba herido, y se puso a esperar que pasara alguien y le
ayudara. Pasaron las horas, llegó la noche y nadie se acercó en su ayuda.
Estuvo así durante todo el otro día, y ya se iba a levantar, mucho más
decepcionado que cuando comenzamos a leer esta historia, con la convicción de
que la humanidad no tenía el menor remedio, sintió dentro de sí todo el
desespero del hambriento, la soledad del enfermo, la tristeza del abandono, su
corazón estaba devastado, y casi no sentía deseo de levantarse.
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